¿A quién le importamos los ciudadanos? Muchos partidos y sindicatos parecen reducirse a cúpulas
que se distribuyen prebendas. Desde la expansión de la videopolítica la televisión canaliza
quejas y críticas sociales a los gobernantes tratándonos como espectadores. Las redes prometen
horizontalidad y participación pero suelen generar movimientos de alta intensidad y corta
duración. Nuestras opiniones y comportamientos capturados por algoritmos quedan subordinados
a corporaciones globalizadas. El espacio público se vuelve opaco y lejano. La
desciudadanización se radicaliza mientras algunos sectores se reinventan y ganan batallas
parciales. Pero los usos neoliberales de las tecnologías mantienen y ahondan las desigualdades
mayores. ¿Qué alternativas tenemos ante esta desposesión? ¿Disidencias hackeos? ¿Cuál es el
lugar del voto esa relación entre Estado y sociedad reprogramada por las tecnologías y el
mercado?