«El lector ha cobrado un afecto extraordinario por este don Quijote bueno inteligente
simpático honrado pero a quien su chifladura ha convertido en un arcaísmo viviente que sólo
tiene validez ante lo imaginado o lo fingido y que se desmorona ante la realidad. El lector ya
juzgará si hay en ello o no una ejemplaridad y una lección para los quiméricos y fantasiosos
es decir para los quijotes» Martín de Riquer