Tras la Marcha por la Dignidad y la decepción provocada por la aprobación de la nueva Ley
Indígena por el Congreso en 2001 disminuye la presencia pública del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional y el subcomandante Marcos pierde gran parte de su impacto mediático. La
menor popularidad del zapatismo no significa sin embargo una pérdida de proyecto político.
Más bien al contrario los zapatistas apuestan por propiciar una alternativa política. Se
inicia un proceso de creación de nuevas instituciones para profundizar en la autonomía y en los
derechos indígenas. Este esfuerzo es complementado por el fortalecimiento de un discurso que
incluye a múltiples sujetos de la sociedad civil en un intento de combinar el respeto de la
diferencia con la lucha contra el neoliberalismo.