La Baja Andalucía ha sido reconocida tradicionalmente por los estudios especializados en
flamenco como cuna de las primeras expresiones de este arte y como un fértil sustrato donde
florecieron y se consolidaron buena parte de los estilos más refinados y complejos así como
los intérpretes que los condujeron a su decantación hacia la belleza y la rotundidad. No
obstante el flamenco muy tempranamente mostró el vigor y la excelencia necesarios para
trascender sus límites originarios cruzar fronteras regionales y nacionales y cautivar así a
públicos tanto europeos como americanos. Este volumen rastrea las huellas del flamenco en sus
viajes hacia (y desde) América Latina atestiguando cómo el encuentro con otras músicas
propició la hibridación que condujo a moldes expresivos novedosos y cómo los horizontes
americanos brindaron oportunidades artísticas a quienes tuvieron por causas diversas que
instalarse en países como Argentina o México. Para ello revisa los casos de artistas de
naturaleza plural (Lola Flores Esteban de Sanlúcar Rosario la Andalucita Pastora Imperio
Manuel Benítez Carrasco Cantinflas o Manuel María Ponce) y se acerca a la relevancia del
flamenco como un favorecedor de la sociabilidad y un marcador identitario para la emigración
española en general y andaluza en particular en América Latina.